Los 40 millones de dólares que manda el BID marcan una fecha fundacional: son el primer aporte de dinero para la obra. Intimidades de la bandera de largada. La trastienda de la decisión. Por Sebastián Saharrea
Minoritario, es cierto, pero no es poco dinero. Son 40 millones de dólares de los más de 1.500 que cuesta el total de obra, pero serán una bisagra. De un lado, el inicio del fin para la traumática etapa de la gestión: hacer posible el sueño, lógicamente indispensable para poder saltar al siguiente nivel. Del otro, el nuevo comienzo de la realización tan esperada: años de obra que seguramente dejarán dolores de cabeza, más de un momento de turbulencias para mantener el timón firme, hasta llegar al final al corte de cinta.
Mares de tinta y montañas de palabras se han invertido para explicar lo determinante que será para el futuro de San Juan semejante obra que pondrá a la costa chilena a un puñado de horas. Interminables listas de beneficios, que ahora que está llegando el momento de arrancar reclaman agregar uno elemental: la construcción, planificada para un plazo de no menos de 5 años, funcionará como un seguro de actividad y generación de mano de obra durante ese tiempo.
Se calcula que en su pico de construcción podrá ocupar mano de obra por unas 10.000 personas, el equivalente al pico máximo de la obra paralizada en Pascua-Lama. Sólo alcanza con recordar aquellos tiempos de super actividad en la mina más grande de Sudamérica –como ¿iba? a ser la binacional argentino-chilena- para tener dimensión de lo que podría ocurrir con la demanda laboral cuando se inicie el túnel.
Especialmente en estos tiempos de ajuste para la actividad multiplicadora por excelencia como es la construcción, sin que a nadie se le caiga un lagrimón en el recuerdo de aquellos viejos y buenos tiempos. Ni a Eduardo Cabello, que supo abrir una bolsa de trabajo para dirigir el tráfico entre la demanda de puestos laborales y que llegó a decir que San Juan no alcanzaba para abastecer toda la necesidad de la construcción, ni a ninguno de los que entonces tuvieron un empleo seguro y bien pago y a partir de ese cierre debieron arreglárselas con changas.
Por todas esas cosas resulta tan imperiosa la llegada del momento de salir a la cancha, elocuente y futbolera manera de describir lo que será el paso de las palabras, las gestiones, los viajes y hasta el triunfo cultural que fue la etapa previa (sobre lo que ya se volverá) a las imágenes concretas y los hechos precisos.
Puesto a imaginar lo que sería esa imagen concreta del paso de las palabras a los hechos, sería razonable pensar en el primer taladro que agujeree la cordillera, como le gusta llamar en criollo al ex gobernador Gioja. Pero hay uno previo, tan importante como ese, que es el que acaba de ocurrir. La firma en el despacho del jefe del BID, el organismo crediticio que financiará la obra por más de 1.500 millones de dólares. Con Luis Alberto Moreno, el mandamás de la entidad dedicada a estos créditos de fomento, junto a los ministros de Economía de Argentina y Chile, más la presencia de uno de los «dueños de casa” de una obra titánica y emblemática para ambos países: el gobernador sanjuanino Sergio Uñac.
El retrato de ese momento es la imagen del primer desembolso. Ni más ni menos, el momento desde el que no se puede hacer nada para atrás y del que lo único que queda por delante es avanzar. Fundacional si lo hay: en este mundo no se hace nada sin plata, apenas de ese modo circulan las buenas ideas pero con un límite al momento de pasarlo al terreno de los hechos.
Hay una larga historia previa para comprender mejor este momento. Hasta un viaje a Brasilia para ver a Lula y pedirle dinero del BNDes (banco de desarrollo brasileño, fondeado con los aportes de los jubilados de ese país), o sondear el interés del aporte financiero de los chinos, obligar a los oferentes a incluir el financiamiento, explorar la CAF u obtener -como se hizo y fue determinante- el respaldo en garantía del presupuesto nacional y que Chile devuelva como pueda.
Hasta que llegó el BID y se encolumnaron los planetas. Y se llegó a esta esperada foto con la que se dispara el primer desembolso del crédito histórico: serán U$S 40 millones destinados a completar dos estudios pendientes –uno en Argentina y otro en Chile- del que seguramente quedará un remanente de dinero que luego se imputará a la obra propiamente dicha.
En ella justamente estuvo durante la semana trabajando el ministro Julio Ortiz Andino y el diputado nacional Eduardo Cáceres, quienes forman parte dela Ebitan, que es el organismo binacional encargado de llevar adelante la obra. Se desayunaron de la novedad y la festejaron, ahora deberá apurar el pulido de los oferentes para que la licitación se realice en la segunda mitad del año y la obra comience el próximo. Ya con los fondos ejecutándose.
La concreción de este primer desembolso tiene su historia porque salió de la galera. Ocurrió que en su viaje anterior a Buenos Aires, el gobernador Sergio Uñac visitó al ministro del Interior Rogelio Frigerio para gestionar con él soluciones hacia los sectores más afectados por la suba de tarifas eléctricas, como la industria. Allí fue donde entró por sorpresa un colega de Frigerio que trabaja en despacho contiguo, el jefe de Hacienda Alfonso Prat Gay. Saludó a Uñac afectuosamente y le preguntó: «¿vas a Washington?”.
Allí el gobernador sanjuanino hizo memoria rápida: había estado en Washington el mes pasado, de paso a Canadá por la feria minera. Pero de inmediato lo asoció con la noticia que ya tenía por vías informales: ir a recibir la gran novedad que es ni más ni menos que la firma y el primer desembolso por Agua Negra.
«Sí, sí, por supuesto”, le respondió rápido de reflejos Uñac a Prat Gay, y quedaron en encontrarse el viernes en la capital estadounidense. Y así fue como el sanjuanino entró en el organigrama de lo que fue una cita a nivel binacional entre Argentina y Chile junto a sus respectivos ministros, que son quienes se comprometieron a ese nivel con el crédito que abre las puertas a una nueva dimensión de esta obra monumental.
Pero merece una nueva mención el citado triunfo cultural. Porque haber llegado a la etapa ya sin retorno del desembolso del dinero, pudo haber ocurrido sólo si se obtenía una resonante batalla en el terreno de inocular la necesidad del paso a los vecinos chilenos. Y eso fue exactamente lo que ocurrió en estos últimos años, como atestigua la indómita Hanne Utreras (ex intendenta, como nuestros gobernadores, y ahora candidata para volver) cruzando en su moderna moto de Chile a Argentina por el borde de los precipicios que desaparecerán por obra y gracia del túnel. Eso señala que la necesidad de integración que cada vez es menos unidireccional (de acá para allá) y que cada vez más arroja mejores señales desde el puerto a la montaña.
O como atestigua, por si hiciera falta, que la noticia del desembolso del BID generó igual entusiasmo en Chile que en San Juan. Adiós gracias.